miércoles, 27 de septiembre de 2017

Infierno o bendición

Siempre nos han dicho que el infierno era un lugar de castigo donde van las almas de los “malos” para expiar sus culpas. Pero no, realmente el infierno nos lo creamos nosotros solitos en nuestra vida cotidiana con nuestras decisiones.
Botticelli, Inferno - Divina Comedia, Dante.

A lo largo de nuestra existencia tenemos experiencias que vivir, unas positivas y otras negativas. De las positivas no tenemos ninguna duda de quien es el responsable, nosotros; en cambio, las negativas siempre se las achacamos a otro: a mi padre, a mi madre, a un amigo, a un enemigo, al azar, al maligno o a Dios, pero en ningún caso a nosotros mismos. Y, por supuesto, no sacamos ninguna enseñanza de esas experiencias. Las buenas o positivas nos sirven para agrandar más nuestro ego regocijándonos en lo maravillosos que somos y las malas o negativas, para sentirnos víctimas de no se sabe muy bien quien. Ahí es donde comienza nuestro verdadero y particular infierno.

Gustav Doré - Dante y Beatrice, Divina Comedia.
Si ante una enfermedad, un problema económico grave, o cualquier hecho negativo que nos suceda, nos hacemos las preguntas correctas (¿Para qué? ¿Qué tengo que aprender de todo esto? ¿Qué he sembrado en el pasado para recoger esta cosecha?) y, sobre todo, nos damos las respuestas verdaderas aunque nos duela, es cuando empezamos a tomar conciencia, a tomar las riendas de nuestra vida, porque dejaremos de ser las víctimas de un destino inexorable, para comenzar a ser responsables y dueños de ese destino que sólo nosotros debemos escribir.

A partir de ese momento, ese infierno que se abría ante nuestros ojos se convierte en una bendición (bendición significa, según la Cábala, un flujo continuo de la Luz del Creador hacia nosotros); sí, porque entendemos que esa negatividad que está ahora a nuestro alrededor en realidad es la escuela que nos va a enseñar todo lo que necesitamos saber para transformarnos, para subir nuestro nivel de conciencia y para mostrar la mejor versión de nosotros mismos en esta vida.


Lo importante no es lo que nos pase, sino cómo vivimos eso que nos pasa. La Luz siempre está ahí, sólo tenemos que abrir la puerta cuando llame y dejarla pasar.

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