lunes, 18 de septiembre de 2017

Vencer la oscuridad

En ella estaba la vida,
y la vida era la luz de los hombres,
y la luz brilla en las tinieblas,
y las tinieblas no la vencieron”. (Jn. 1, 4-5)

Ave María. Fantasía. Disney.

Realmente, ¿existe la oscuridad?. No, la oscuridad no existe per se; la oscuridad es simplemente la ausencia de luz. Imaginaos que estáis acampados en un bosque y os despertáis en medio de la noche, a vuestro alrededor reina la más absoluta oscuridad, entonces encendéis una pequeña linterna, con esa pequeña iluminaria ya habéis roto las tinieblas nocturnas; en cambio, por muy extenso que sea el espacio donde impera esa negrura o por intensa que ésta sea, jamás podrá “romper” la luminosidad que habéis creado.

Lo mismo sucede con la maldad, con el odio y con todas las manifestaciones negativas del ser humano, que no existen per se, sino que se manifiestan ante la ausencia de la luz y del amor cuando no tenemos a Dios en nuestras vidas, en nuestra realidad.

Si queremos acabar con el oscurantismo, con el odio, con el dolor y el sufrimiento, sólo tenemos que encender la Luz que vive en nuestra alma y compartirla con quienes están a nuestro alrededor. Cuanto más la compartamos, más potente será, más lucirá, hasta que no quede lugar alguno donde pueda refugiarse la maldad, que, como ya he dicho, no es más que la ausencia de Dios en el corazón del hombre. Seamos luminarias vivientes para vencer el mal a ráfagas de luz.


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