“En
ella estaba la vida,
y la vida
era la luz de los hombres,
y la luz
brilla en las tinieblas,
y las
tinieblas no la vencieron”. (Jn. 1, 4-5)
Ave María. Fantasía. Disney. |
Realmente,
¿existe la oscuridad?. No, la oscuridad no existe per se; la
oscuridad es simplemente la ausencia de luz. Imaginaos que estáis
acampados en un bosque y os despertáis en medio de la noche, a
vuestro alrededor reina la más absoluta oscuridad, entonces
encendéis una pequeña linterna, con esa pequeña iluminaria ya
habéis roto las tinieblas nocturnas; en cambio, por muy extenso que
sea el espacio donde impera esa negrura o por intensa que ésta sea,
jamás podrá “romper” la luminosidad que habéis creado.
Lo mismo
sucede con la maldad, con el odio y con todas las manifestaciones
negativas del ser humano, que no existen per se, sino que se
manifiestan ante la ausencia de la luz y del amor cuando no tenemos a
Dios en nuestras vidas, en nuestra realidad.
Si queremos
acabar con el oscurantismo, con el odio, con el dolor y el
sufrimiento, sólo tenemos que encender la Luz que vive en nuestra
alma y compartirla con quienes están a nuestro alrededor. Cuanto más
la compartamos, más potente será, más lucirá, hasta que no quede
lugar alguno donde pueda refugiarse la maldad, que, como ya he dicho,
no es más que la ausencia de Dios en el corazón del hombre. Seamos
luminarias vivientes para vencer el mal a ráfagas de luz.
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