jueves, 17 de agosto de 2017

Todos los caminos llevan a Dios

Todos venimos a este mundo como seres únicos y especiales, con características, dones y capacidades únicas y especiales. Nunca ha habido, hay o habrá alguien como tú; ni tú eres como nadie que haya existido, exista o existirá. Por lo tanto, hay tantos caminos hacia Dios, como seres vivientes habitan el universo.

En todas las religiones, ideologías y filosofías ha habido, hay y habrá hombres y mujeres santos, sabios y eruditos, los cuales nos pueden inspirar y servir de ejemplo en nuestras vidas, pero en ningún caso tenemos que imitarles y caminar por su camino, porque ese camino (que no es el nuestro) nos llevaría al error, pues no lo haríamos desde nuestro verdadero ser, desde nuestro corazón, desde nuestra exclusiva e irrepetible manera de hacer.

Esa singularidad que Dios nos ha otorgado al crearnos es la que debemos poner en marcha al recorrer nuestro camino hacia Él, porque ésa es la única manera de reconocernos como lo que realmente somos, sus hijos y parte de Él mismo, pues es nuestro Creador y nosotros, su creación. No hay caminos mejores y caminos peores, hay multiplicidad de caminos (todos verdaderos si se hacen desde el corazón) para llegar al Padre, porque es inconmensurable, infinito e incognoscible; por lo tanto, no es posible que haya un único camino hacia Él, porque Él es Todo.

¿Cómo encontrar nuestro camino? Encontrando nuestra verdadera vocación. ¿Cómo encontrar nuestra verdadera vocación? Haciendo un trabajo de introspección, de búsqueda interna, reconociendo nuestra luz y nuestra sombra (e integrando ésta última en nuestra vida), sabiendo qué es lo que hacemos de forma natural, sin grandes esfuerzos, y nos hace felices a nosotros, a la vez que hace felices y ayuda a todos los seres vivos, y mejora el mundo.

viernes, 11 de agosto de 2017

El arrepentimiento libera

En nuestra vida actual o en cualquiera de nuestras vidas pasadas hemos cometido errores, hemos fallado a alguien, hemos hecho daño (queriendo o sin querer). Toda esa negatividad, esa falta de amor, nos va pesando en nuestro verdadero Yo, en nuestra alma, hasta tal punto que puede llegar a ahogarnos si no limpiamos nuestra laguna interna de todo ese lodo y suciedad.
Jesus Christ Superstar

Por lo tanto, el arrepentimiento no tiene mucho que ver con el sentimiento de culpa, sino más bien es la forma que tenemos de aliviar el dolor que sentimos, que vivimos, por no haber sido capaces de amar lo suficiente, de comprender lo suficiente a nuestro prójimo y a nosotros mismos. Por medio del arrepentimiento somos capaces de “viajar en el tiempo” hasta el momento en el que cometimos el error y poder deshacer el mal realizado y erradicar de nuestra forma de ser la característica que lo ocasionó. Y esto último, es fundamental, pues si no borramos de nosotros ese carácter, no hay verdadero arrepentimiento.

Aquí cabría preguntarse ¿cómo aliviamos el dolor que sintió la víctima de nuestra mala acción? La clave está en que nadie es víctima de nadie, pues por la Ley de Causa y Efecto todos cosechamos lo que anteriormente hemos sembrado. Puede que esa persona en otra vida cometiera un error del cual ése era el resultado. Pero ¡cuidado!, no olvidemos que nosotros también recogeremos, en esta vida o en otra, lo que hayamos sembrado.

El dolor que ahora sentimos por haber infringido daño a alguien es la forma de limpiar, de borrar de nuestro carácter la cualidad negativa que nos hizo ser los portadores del mal a esa persona. También es cierto que ningún ser espiritualmente puro puede ser el emisario y ejecutor de una cuenta pendiente que tenga otro ser humano. Por tanto, a través del arrepentimiento verdadero podemos liberarnos de nuestra parte negativa, a la vez que conseguiremos que la Luz ilumine nuestro “cuarto oscuro” y así pueda resplandecer.