Popularmente
se relaciona la palabra karma con castigo. Nada más lejos de la
realidad. El karma nunca ha sido un castigo y menos un castigo
divino. Dios no castiga, Dios nos ama, es amor y, por lo tanto, nos
puede enseñar amorosamente si nosotros le dejamos entrar en nuestra
vida. Podríamos decir que el karma tiene que ver con tareas que
tenemos pendientes de vidas pasadas o de la existencia actual, y su
función es enseñarnos a finalizar esa tarea o tareas que todavía
no hemos sido capaces de terminar; por lo que también se puede decir
que el karma es amor.
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Irlanda - BP |
Tras nuestra
muerte física, cuando estamos en ese periodo “entre vidas” somos
nosotros mismos los que analizamos lo que hemos vivido, cuales han
sido nuestras experiencias en el reino de la materia y si hemos
cumplido el Plan de Alma que traíamos al venir a este mundo. Si
vemos que no lo hemos cumplido por completo o que nos hemos desviado
totalmente, entonces diseñamos un nuevo Plan de Alma para nuestra
próxima existencia en el que, además de otros temas, tendremos que
“repetir” las tareas inconclusas de anteriores vidas: eso es el
karma.
¿Por qué
no hemos realizado nuestro Plan de Alma en una vida concreta y hemos
generado karma? Puede ser por muchos motivos, pero el meollo de la
cuestión es que cuando nuestras actitudes en los diferentes planos
de la existencia van comprometiendo nuestra evolución y eso se
mantiene en el tiempo, es cuando generamos karma. Entonces, desde el
más absoluto amor, decidimos volver al mundo de la materia para
continuar con nuestro aprendizaje, con nuestro auto-reconocimiento,
y, evidentemente, entre las tareas que traemos, están las
“asignaturas pendientes” de otras vidas.
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Irlanda, puesta de sol - BP |
También es
cierto que el karma no es exclusivo de otras vidas. Podemos, y de
hecho así sucede, generar karma en la vida actual y debemos
solucionarlo. Hay que tener claro que aquí venimos para realizarnos
y eso significa que venimos a hacer lo que nos gusta, lo que amamos,
pero a menudo las ilusiones y los trucos del ego y la materia nos
atrapan (o nos dejamos atrapar) y perdemos de vista el camino.
Entonces nos sucede “algo”, que normalmente nos provoca
sufrimiento, para que seamos capaces de rectificar y volver al
sendero correcto para nosotros, el que nos habíamos diseñado en
nuestro Plan de Alma: ese “algo” es karma. Ya vemos que el karma
no es el castigo que pensábamos, sino una enseñanza amorosa para
poder manifestar la mejor versión de nosotros mismos.
Seamos
alumnos aventajados y no dejemos para una segunda o tercera
convocatoria las “asignaturas pendientes”, porque cuanto
más tiempo pase, más complicado y duro será aprobarlas.
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