Si alguien
nos preguntara a cualquiera de nosotros ¿cómo sería tu vida
perfecta? Casi todos contestaríamos prácticamente lo mismo: tener
una familia en la que sentirse amados y seguros, tener un buen
trabajo que nos gustara y nos cubriera de sobra todas nuestras necesidades materiales, tener una buena casa, un buen coche, poder
viajar; algunos también querrían una buena biblioteca para
abandonarse al maravilloso placer de la lectura, o un buen atelier
donde poder plasmar en un lienzo nuestra creatividad... En fin, una
buena vida es sinónimo de tranquilidad absoluta, sin ningún
sobresalto, un “dolce far niente” que diría un italiano. Pero si
esa fuera nuestra vida, resulta que nos iríamos de este mundo
exactamente igual que vinimos a él, no habríamos aprendido nada, no
habríamos evolucionado nada, no habríamos experimentado la verdad,
el por qué estamos aquí.
Venimos a
este mundo a aprender, a evolucionar. Nuestra alma trae un Plan de
Alma para desarrollar aquí, para irnos perfeccionando en la materia
y para que eso suceda es imprescindible tener crisis, enfermedades,
pasarlo mal. Porque si no sentimos lo que es el sufrimiento no
tenemos la necesidad de cambiar y lo único constante en esta vida es
el constante cambio.
Intocable, de Olivier Nakache y Eric Toledano. |
Cuando
tengamos una enfermedad, una crisis de identidad, un problema
económico, cuando sintamos el dolor por la partida de un ser
querido, en lugar de preguntarnos ¿por qué a mí?, preguntémonos
¿qué tengo que aprender?
No hay comentarios:
Publicar un comentario