viernes, 5 de mayo de 2017

Nunca un mar en calma hizo marinero experto

Si alguien nos preguntara a cualquiera de nosotros ¿cómo sería tu vida perfecta? Casi todos contestaríamos prácticamente lo mismo: tener una familia en la que sentirse amados y seguros, tener un buen trabajo que nos gustara y nos cubriera de sobra todas nuestras necesidades materiales, tener una buena casa, un buen coche, poder viajar; algunos también querrían una buena biblioteca para abandonarse al maravilloso placer de la lectura, o un buen atelier donde poder plasmar en un lienzo nuestra creatividad... En fin, una buena vida es sinónimo de tranquilidad absoluta, sin ningún sobresalto, un “dolce far niente” que diría un italiano. Pero si esa fuera nuestra vida, resulta que nos iríamos de este mundo exactamente igual que vinimos a él, no habríamos aprendido nada, no habríamos evolucionado nada, no habríamos experimentado la verdad, el por qué estamos aquí.

Venimos a este mundo a aprender, a evolucionar. Nuestra alma trae un Plan de Alma para desarrollar aquí, para irnos perfeccionando en la materia y para que eso suceda es imprescindible tener crisis, enfermedades, pasarlo mal. Porque si no sentimos lo que es el sufrimiento no tenemos la necesidad de cambiar y lo único constante en esta vida es el constante cambio.

Intocable, de Olivier Nakache  y Eric Toledano.
Si nos bloqueamos en alguna de las tareas que traemos a esta vida y nos perdemos en el laberinto del ego y la materia, entonces no podemos evolucionar, no podemos seguir creciendo y si esa situación se alarga en el tiempo es cuando generamos lo que llamamos karma. El karma no es ningún castigo. El karma es la sombra que hemos generado por nuestra inconsciencia en algún tema y tenemos que resolverlo sí o sí. Por eso, cuando pensemos en el karma o nos hablen de él, no creamos que hemos sido “malos” y nos merecemos el castigo. No, ¡qué va!, simplemente no hemos sido capaces de armonizar nuestra energía espiritual con nuestra energía material y por lo tanto, no hemos avanzado, no hemos mejorado. Por eso, a veces, son necesarios los problemas, para hacernos salir de nuestra zona de confort y hacernos brillar como sólo nosotros sabemos.

Cuando tengamos una enfermedad, una crisis de identidad, un problema económico, cuando sintamos el dolor por la partida de un ser querido, en lugar de preguntarnos ¿por qué a mí?, preguntémonos ¿qué tengo que aprender?

No hay comentarios:

Publicar un comentario