miércoles, 29 de marzo de 2017

La Fórmula de Dios

Hace ya algún tiempo tuve la suerte de leer una novela (que me encantó) del periodista portugués José Rodrigues Dos Santos, titulada “La Fórmula de Dios”.

La novela se centra en la petición que, presuntamente, el primer ministro israelí, David ben Gurión, le hizo a Albert Einstein en la reunión que mantuvieron  en Princeton a principio de los años 50. Parece ser que el político le pidió que demostrara científicamente la existencia de Dios. Einstein, en un principio renuente, acabó por aceptar y plasmó sus investigaciones en un manuscrito, nunca publicado, titulado “Die Gottesformel” (La Fórmula de Dios).

Einstein, como no podía ser de otra forma, comenzó por el principio, por el Génesis.

En el principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra era algo caótico y vacío, y tinieblas cubrían la superficie del abismo, mientras el espíritu de Dios aleteaba sobre la superficie de las aguas. Dijo Dios: 'Haya luz' y hubo luz.”

Desde el punto de vista científico la creación del universo en seis días es absurdo. Pero este marco temporal absurdo empieza a cobrar sentido si tenemos en cuenta la teoría de la relatividad, el tiempo es relativo y depende de la velocidad a la que se desplaza el observador (si separásemos a dos gemelos, uno de ellos parte en una nave espacial que viajara a velocidades muy cercanas a la velocidad de la luz y el otro queda en la Tierra. A la vuelta, el gemelo viajero sería más joven que el gemelo terrestre).

Partimos de que los seis días de la Creación, según la Biblia, deben ser  vistos a la luz de la relación entre el tiempo en la Tierra y en el espacio-tiempo en el universo. Cuando el Antiguo Testamento habla de un día, evidentemente se refiere a un día terrestre, pero según las teorías de la relatividad, cuanto mayor es la masa de un objeto más lento es el paso del tiempo en su superficie. Entonces, ¿cuánto tiempo en la escala temporal del universo es un día en la tierra?

Según la Biblia, la Tierra no se creó hasta el tercer día, por lo que el Génesis se está refiriendo al tercer día en la escala del universo, ya que en los dos primeros días no existía la Tierra. De acuerdo con la teoría del Big Bang cuando el universo comenzó la materia se encontraba concentrada; lo que significa que la fuerza de la gravedad era enorme y, por lo tanto, el paso del tiempo era muy lento. A medida que la materia se fue alejando, el paso del tiempo se fue acelerando porque la gravedad se fue haciendo menor. El tiempo era un millón por millón de veces más lento antes, esa cuenta se confirma con la medición de las ondas de luz primordiales. Después fue acelerándose, cada duplicación del tamaño del universo aceleró el tiempo por un factor de dos. Así podemos decir que el primer día bíblico duró ocho mil millones de años. El segundo día, cuatro mil millones de años; el tercer día, dos mil millones; el cuarto día, mil millones; el quinto día, quinientos millones, y el sexto día duró doscientos cincuenta millones de años. Lo que sumados hace quince mil millones de años. Los datos científicos calculan la edad del universo entre unos diez y veinte mil millones de años, una evaluación reciente de la NASA sitúa la edad del universo muy cerca de los catorce mil millones de años.

Todavía hay más. El primer día bíblico duró ocho mil millones de años; lo que quiere decir que comienza hace 15.700 millones de años y termina 7.700 millones de años. El Génesis dice que durante ese “día” se hizo la luz y fueron creados el cielo y la tierra. Ahora sabemos que, en ese periodo, se produjo el Big Bang y se creó la materia. Se formaron las estrellas y las galaxias.

El segundo día bíblico duró cuatro mil millones de años, terminó hace 3.700 millones de años. Según las Sagradas Escrituras Dios creó ese “día” el firmamento. Las investigaciones científicas nos dicen que ése fue el periodo en el que se formó la Vía Láctea y nuestra estrella, el Sol, así como todo lo que se encuentra en los alrededores de la Tierra.

Durante el tercer día bíblico, que comenzó hace 3.700 millones de años y acabó hace 1.700 millones de años, se formó la tierra y el mar, y aparecieron las plantas. Los datos científicos nos dicen que en ese periodo se enfrió la tierra, apareció el agua líquida, a la que siguió la aparición de las bacterias y la vegetación marina.

En el cuarto día bíblico, que duró casi mil millones de años y acabó hace 750 millones de años, el Antiguo Testamento dice que aparecieron luces en el firmamento, el Sol, la Luna y las estrellas, pues aunque estas luces se crearon el segundo “día”, no se hicieron visibles desde la Tierra hasta el cuarto día. Este cuarto día corresponde al periodo en el que la atmósfera de la Tierra se hace transparente y deja ver el cielo; también corresponde al periodo en el que la fotosíntesis comienza a despedir oxígeno en la atmósfera.

El quinto día bíblico duró 500 millones de años. Y Dios dijo: “Bullan las aguas de bichos vivientes y revoloteen las aves sobre la tierra contra el haz del firmamento celeste”. Según los estudios geológicos y biológicos apuntan a que en este periodo aparecen los animales multicelulares y toda la fauna marina, además de los primeros animales voladores.

Y llegamos al sexto día bíblico que empezó hace 250 millones de años, según el Génesis dijo Dios: “Produzca la tierra seres vivientes según su especie: ganado, sierpes y alimañas, según su especie”...Y vio Dios que estaba bien. Dijo Dios : “Hagamos el Hombre”... Alguien puede decir, y con razón, que los animales existen desde hace más de 250 millones de años, pero no estos animales, porque hace 250 millones de años tuvo lugar la extinción masiva del Pérmico-Triásico (también llamada la Gran Mortandad). Fue la mayor extinción ocurrida en la Tierra. En ella desaparecieron aproximadamente el 95% de las especies marinas y el 70% de las especies de vertebrados terrestres. La vida en la Tierra estuvo muy cerca de la erradicación total. Cuando ocurrió ese gran cataclismo fue cuando comenzó el sexto día bíblico. Tras la gran extinción, la Tierra se volvió a repoblar.
Cuando menos es interesante y da mucho que pensar, ¿no?

domingo, 26 de marzo de 2017

Diagnóstico: Cáncer

Tan directo y tan tremendo. El día que me lo comunicaron simplemente pensé ¿Por qué? ¿Qué tengo que aprender?
Dolomitas - Arcoiris

Creo que las cosas que nos suceden en la vida siempre son por algo y para algo. Nada ocurre “porque sí”. Me senté y comencé a reflexionar sobre qué había hecho con mi vida hasta ese momento. El balance no era muy allá. Estaba en una dinámica de “tengo que tener todo controlado”, “todo depende de mí”, “tengo que llegar cueste lo que cueste”, “soy..., tengo..., quiero...” y ahora me daba cuenta que mi vida, mi mundo, podía desaparecer en medio segundo, y yo no podía hacer nada al respecto, nada dependía de mí.

Si algo me ha dado esta enfermedad ha sido el saber lo que es la verdadera humildad, saber que todos dependemos de todos. No existe un yo, un él, un tú, existe un nosotros, existe la Unidad a la que todos pertenecemos, de la que todos salimos y a la que todos volveremos.

Me di cuenta de que me había separado de la Fuente, de mi... de nuestro Creador y cuando vives en la separación de tu verdadero ser todo se trastoca, nada tiene sentido porque lo que vives es una mascarada, vacía y sin sentido.

Ahora, día a día, vuelvo a Él y me siento viva, más viva que nunca. Nadie sabe que día tendrá que volver a Casa y no importa, lo realmente importante es que nuestro paso por esta vida haga de nuestro planeta un sitio mejor donde vivir y amar. Hinneni.

viernes, 24 de marzo de 2017

¿Por qué hinneni הִנְנִי?

La palabra hebrea הִנְנִי (hineni) significa “Heme aquí” y es la respuesta que Abraham, Moisés, Isaías o Samuel le dieron a Dios cuando les habló.
Moisés, de  Miguel Ángel.

Cuando Abraham dice Hinneni tiene que poner a prueba su fe (Génesis 22:1).

Cuando es Moisés quien la pronuncia, tiene que salir de su zona de confort y arriesgar su vida para sacar al pueblo de Israel de Egipto (Éxodo 3:4).

Esta palabra en boca de Isaías está llena de atrevimiento y un total abandono en la voluntad de Dios (Isaías 6:8).

A Samuel le lleva a instaurar el carisma profético en Israel y a renovar el sacerdocio de Elí (1º Samuel 3: 4,6, 8 y 10).

La expresión “heme aquí” va más allá del hecho de estar físicamente. En la Biblia se emplea para describir el estado de atención plena y consciente, es el ser y el estar presente. Con esta respuesta tanto Abraham, como Moisés, Isaías o Samuel demuestran su deseo de recibir de Dios lo que venga con total fe y confianza, porque saben que lo que venga siempre será para bien.

Hinneni es un estado equilibrado del Ser; es estar abierto a lo Divino. Significa estar aquí y ahora en cuerpo, alma y espíritu.

Hinneni es un Sí dinámico, activo, cuando lo pronuncias ya nada es igual, tu vida cambia porque has abierto las puertas de tu existencia a Dios, al Amor, para que a través de ti y de tu vida venga el Cielo a la Tierra.

Espero que este pequeño espacio espiritual que comienza hoy en este blog nos ayude a decir Hinneni cada día de nuestra vida para así poder transmitir la Luz que todo ser trae a este mundo al nacer y entre todos aportemos Armonía, Luz y Paz a este tiempo que nos ha tocado vivir. Así sea.