martes, 18 de julio de 2017

La Muñeca de Sal

PAN, Joe Wright













Cuento. Anthony de Mello.

Una muñeca de sal recorrió miles
de kilómetros de tierra firme,
hasta que, por fin, llegó al mar.

Quedó fascinada por aquella móvil
y extraña masa, totalmente distinta
de cuanto había visto hasta entonces.

¿Quién eres tú?”, le preguntó
al mar la muñeca de sal.

Con una sonrisa, el mar le respondió:
Entra y compruébalo tú misma”.

Y la muñeca se metió en el mar.
Pero, a medida que se adentraba en él,
iba disolviéndose, hasta que
apenas quedó nada de ella.
Antes de que se disolviera
el último pedazo, la muñeca exclamó
asombrada:

¡Ahora ya sé quién soy!”


martes, 11 de julio de 2017

Conciencia y Línea del Tiempo

Nuestra línea del tiempo, o lo que es lo mismo el “espacio” donde transcurre nuestra vida, es una posibilidad entre otras muchas posibilidades simultáneas. No existe una sola y única realidad para cada uno de nosotros, sino diversas, muchas, todo depende de nuestras decisiones, y nuestras decisiones dependen de nuestra evolución, y nuestra evolución depende de que seamos capaces de elevar nuestra conciencia.

Podríamos decir que la conciencia es el nivel de percepción de la realidad que experimentamos. Dependiendo del grado de elevación de nuestra conciencia la realidad que vivimos es más o menos densa, o más o menos sutil. La conciencia, como todo, se puede transformar, se puede hacer vibrar a una frecuencia cada vez más elevada. Esta elevación de la conciencia se puede conseguir a través de la oración, de la meditación, de distintas técnicas espirituales, pero sobre todo y principalmente se consigue cuando tomamos responsabilidad.

¿Qué es tomar responsabilidad? Es hacernos responsables de quienes somos y de nuestras acciones/decisiones en la vida. Somos responsables cuando dejamos a un lado el victimismo y dejamos de creer que la culpa de lo malo que nos sucede en la vida siempre la tiene alguien o algo ajeno a nosotros mismos. Solamente cuando seamos capaces de reconocernos como artífices de lo bueno y lo malo que nos pase, será cuando comencemos a ser responsables y tomaremos las riendas de nuestra vida. Entonces empezaremos a ser conscientes de la Realidad (sí, con mayúsculas) y poco a poco nuestra conciencia se irá elevando, de esta manera cada vez que tomemos una decisión o ejecutemos una acción, seremos conscientes de lo que estamos haciendo. Este ser conscientes no quiere decir que no nos vayamos a equivocar (por supuesto que cometeremos errores), pero serán errores que nos servirán para aprender y evolucionar, porque los únicos responsables de ellos seremos nosotros.

Pues cuando esto suceda, cuando nuestra conciencia vaya elevándose, nuestra línea del tiempo irá cambiando también y, por lo tanto, lo hará nuestra realidad. Nosotros sólo podemos existir y desarrollarnos en una línea del tiempo cuya vibración esté acorde con la nuestra. Un ejemplo muy claro de todo esto es la cantidad de personas que llegan y se van de nuestra vida. A veces tenemos parejas o amigos con los que compartimos momentos importantes de nuestra historia y de pronto desaparecen, ya no están. ¿Por qué? Sencillamente, porque hemos evolucionado de manera distinta, nuestras conciencias están en niveles diferentes de vibración y, por tanto, al no tener la misma línea del tiempo, esa persona ya no está en mi realidad ni yo en la suya.

Si no nos gusta la realidad en la que nos movemos y queremos cambiar nuestra vida, la solución es evidente, elevemos nuestra conciencia, responsabilicémonos de nuestras decisiones y seamos co-creadores activos.

miércoles, 5 de julio de 2017

Nuestros juicios nos juzgan

No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados... Porque con la medida con que midáis, se os medirá a vosotros”. (Lc. 6, 37-38)
La Letra Escarlata, de Roland Joffé

¿Quién no ha criticado y/o juzgado a alguien alguna vez? No me equivoco si digo que todos en algún momento nos hemos erigido en jueces del comportamiento y forma de ser de los que nos rodean. Sinceramente creo que las críticas constructivas son buenas, pues nos ayudan a evolucionar y a mejorar. Pero hemos de tener en cuenta que, por la Ley de Causa y Efecto, todas esas críticas, juicios y condenas que hagamos a los demás volverán a nosotros como si fueran un boomerang que hemos lanzado.

Puede tardar unos instantes, unos días, unas semanas o años, pero lo que está claro es que tarde o temprano tendremos que enfrentarnos a esos actos (juicios, condenas) que en su momento hicimos. Lo que también es evidente, es que según el nivel de tolerancia y exigencia que hemos tenido para con los demás, así será el rasante con que se nos medirá a nosotros.

"Yo tampoco te condeno"
Por supuesto, no quiero decir que haya que consentir el mal; más bien quiero decir que hay que combatir el mal con el bien. Debemos hacernos críticas constructivas y corregirnos amorosamente unos a otros, pero eso no significa debilidad a la hora de ayudar o ayudarnos a enderezar el camino. Como madre he puesto límites a mis hijos, les he enseñado a cumplir las normas y dentro de ese cumplimiento de las normas a intentar cambiar las que pueden estar mal o usarse inadecuadamente, y cuando el comportamiento no era el que debiera ser, pues había un castigo proporcional a la falta, todo ello desde el mayor amor y respecto por ellos. Ésa es la forma en la que deberíamos corregirnos y ayudarnos unos a otros.

Ahora mismo podemos estar en situaciones que hayamos provocado nosotros por nuestros juicios a terceros. La vida nos trae personas que están en un nivel evolutivo similar al nuestro y que cometen errores y “pecados” similares a los nuestros, entonces al emitir el juicio y, a veces, la condena, nos estamos enjuiciando y condenando a nosotros mismos.

Antes de criticar, enjuiciar y condenar a alguien miremos a quien está enfrente del espejo y pensemos antes de hablar.

domingo, 2 de julio de 2017

La Certeza Interna

Si tuvierais fe como un grano de mostaza, diríais a ese monte: muévete de aquí para allá, y se movería, y nada os sería imposible” (Mt. 20, 17)

Esto es lo que nos dice Mateo en su evangelio sobre la fe; fe o como me gusta llamarla a mí la certeza interna, la certeza absoluta.
El Loco. Tarot Rider-Waite

Pero ¿qué es la fe?. Primero veamos qué NO es. No es creer ciegamente en dogmas, creencias o religiones, porque eso acabaría siendo fanatismo. Por ejemplo, durante la Edad Media se quemaban a supuestas “brujas” (que en la mayoría de los casos no eran otra cosa que librepensadoras) porque no creían y no seguían los dogmas de la religión imperante en Occidente, la católica. Aunque la verdad es que no hay que viajar tan lejos en la Historia para ver la intolerancia en las relaciones humanas, otro ejemplo lo tenemos durante la Revolución Francesa, donde cayeron las cabezas de gran cantidad de religiosos, por mantener sus creencias. Y sin ir más lejos, hoy en día lo tenemos en los terroristas suicidas de la Yihad, a los que han convencido que si mueren matando infieles (o sea, a todos los demás que no pensamos ni creemos en lo que ellos creen) irán directos al paraíso donde les están esperando las huríes. Con todo esto, lo que podemos ver es que hemos tergiversado la máxima: “el hombre fue hecho a imagen y semejanza de Dios” por “hemos hecho a Dios a imagen y semejanza del hombre”.

Además los poderosos de este mundo se han aprovechado de las religiones para imponer su poder intolerante y dictatorial a las masas, haciéndonos creer que si no seguimos sus normas y dogmas jamás nos salvaremos, porque, según ellos, sólo hay un camino para llegar a Dios y conseguir su Gracia. Eso NO es fe, es simplemente fanatismo, intolerancia, ignorancia absoluta y el ejercicio del poder de manera dictatorial.

Tampoco es Fe cuando en la vida nos va mal y suponemos que por creer y rezar todo se va a solucionar y si no es así, ya no me sirve ese dios en el que confiaba. No, la fe se demuestra cuando eres capaz de aceptar lo que viene a tu vida (bueno o malo) entendiendo que es un aprendizaje para que evoluciones y te perfecciones, y seas capaz de agradecer a Dios sus enseñanzas, aunque el resultado no sea todo lo bueno que tú quisieras.
Indiana Jones y la última cruzada

La Fe, o certeza interior, es la fuerza que nos hace ser nosotros mismos, que nos lleva hasta nuestro verdadero Ser Superior, que nos hace SER con mayúsculas porque nos conecta con la Unidad, que es Dios. La Fe te descubre que eres Uno con el Creador y con toda la Humanidad, te hace ver que hay muchos caminos para llegar a Dios y que todos son correctos cuando se basan en la libertad, en la tolerancia, en la aceptación del otro tal cual es y de ti mismo tal cual eres. La Fe te hace reconocer tu verdadera esencia, tu verdadero Yo, sin máscaras, sin componendas, sin disfraces, a cara descubierta y sobre todo te hace perder el miedo, porque el miedo no es más que la separación entre el hombre y su Creador.

La Fe es esa certeza absoluta de que todos somos hijos de Dios, que todos somos parte de Él y Él es nuestra esencia más auténtica. Da igual la religión que profesemos o que no profesemos ninguna religión, la Esencia está en nosotros, el Poder de Dios está en nosotros y la Fe, la Certeza absoluta, es lo que nos lo muestra, y cuando sintamos que nos falta esa certeza interior, sólo debemos pedirla con humildad y nuestro Padre nos la dará. La Fe es confianza absoluta.