“Nada
está inmóvil; todo se mueve; todo vibra”
El Kybalión
En este
tercer principio de las 7 Leyes Cósmicas, Principio de vibración,
podemos ver dos vertientes: todo se mueve (cambia) y todo vibra, a
distintos niveles, en el Universo.
El primer
punto de vista (todo se mueve/cambia) nos hace darnos cuenta de lo
equivocados que estamos, por lo general, al plantearnos nuestra vida.
Los seres humanos solemos apegarnos prácticamente a todo, queremos
un amor para toda la vida, una casa que nos cobije hasta el final de
nuestros días, un trabajo que nos dure hasta que nos jubilemos,etc.,
pero la verdad es que nada es para siempre. El amor puede que nos
dure toda la vida, sin embargo, no podemos pretender que sea igual
que el primer día, porque nosotros cambiamos, evolucionamos con las
experiencias que vivimos en nuestra existencia. La casa, el trabajo,
los amigos, igual, al evolucionar lo que hoy es perfecto, mañana no
tanto.
Además, si
pretendemos que nada cambie, que todo siga igual, estamos yendo
contra las Leyes Universales y ¿qué sucede entonces?, pues que el
Universo (llámalo Dios, Ser Superior, Creador..., como mejor lo
sientas) nos hace cumplir las leyes y, sí o sí, pasamos por las
experiencias necesarias para nuestra evolución. Por lo tanto,
acabemos con los apegos y los miedos, no vayamos contra corriente,
sino que fluyamos integrados en el río de la vida, de la existencia,
del ser.
La segunda
vertiente (todo vibra) nos habla de que todo lo que existe es la
manifestación de una energía, de una fuerza espiritual, pero con
distinta vibración. En la dicotomía Espíritu/Materia podemos decir
que ambos elementos son lo mismo pero con distinto nivel vibracional.
El Espíritu tiene una vibración infinitamente más elevada que la
Materia, cuya vibración es muy densa y si nosotros nos movemos en
ese nivel denso va a ser muy difícil que nos podamos realizar,
porque lo que realmente vale la pena no es material ni se puede
comprar con dinero.
El árbol de la vida. Terrence Malick |
También se
puede aprender a subir el nivel de vibración, sólo necesitamos
humildad y pedir de corazón desde esa humildad, sabiendo que solos
no podemos nada. Por ejemplo, tenemos una vibración densa cuando la
tristeza se instala en nuestra vida, cuando no tenemos fe en Dios y
en el proceso de la vida, cuando no queremos entender que nuestra
existencia en la materia es nuestra escuela para evolucionar, cuando
no nos reconocemos como lo que realmente somos, Hijos de Dios. Por el
contrario, nuestra vibración es alta cuando somos conscientes de
nuestro Plan de Alma y lo manifestamos, cuando tenemos fe y certeza
interna, cuando entendemos que nuestras experiencias (buenas o malas)
en este plano existencial son para nuestro perfeccionamiento, en fin,
cuando compartimos nuestros dones con los demás y nos liberamos de
nuestros miedos.
Comencemos a
vibrar conscientemente.
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