Nacemos en
una familia, la cual forma parte de una sociedad. Somos animales
sociales, grupales. En nuestro inconsciente colectivo y ancestral
tenemos grabada “a fuego” la pertenencia al clan como medio de
supervivencia, porque sin la fuerza y la protección del grupo no
hubiéramos sobrevivido como especie en los duros albores de la vida.
![]() |
Forrest Gump, de Robert Zemeckis |
En este
aspecto hemos evolucionado muy poco, prácticamente nada. A pesar de
la famosa globalización, de los avances de todo tipo de los que
disfrutamos en nuestra sociedad, seguimos siendo animales de manada.
Aunque las
razones externas para pertenecer al clan parezcan muy distintas a las
que tenía el ser humano en la antigüedad, en realidad, las causas
profundas son las mismas: los miedos.
El miedo
nace de las carencias que sentimos cuando estamos disociados de
nuestro auténtico ser, cuando pensamos que no valemos nada y que
nuestra vida es pura basura. Tenemos una enorme baja autoestima, no
nos gustamos, no nos aceptamos, no nos amamos y, por lo tanto, es
lógico pensar que la sociedad no nos va a aceptar tal cual somos.
Solución: creamos un personaje que encaje como un guante con lo que
se supone que debemos ser para integrarnos perfectamente en la
“manada”. No hablaremos si no es para decir lo que la “manada”
quiere oír, sólo nos vestiremos siguiendo los cánones que nos
marca la “manada”, sólo aceptaremos en nuestra vida a aquellas
personas que la “manada” considere adecuadas. Así poco a poco
nos iremos perdiendo a nosotros mismos, iremos apagando la luz en
nuestra alma y nuestro corazón, y acabaremos siendo simplemente un
ente sin ideas propias que, con las orejeras bien puestas, siga las
huellas de la “manada”.
![]() |
Novecento, Bernardo Bertolucci |
No nos damos
cuenta que la “manada” a cambio de esa mal entendida “protección”
nos quita lo más preciado que tiene el ser humano: la libertad y la
dignidad. Porque hemos dejado de tener nuestras propias ideas, hemos
dejado de ser responsables de nuestras decisiones, al dar el poder de
nuestras vidas a otros para que las manejen a su antojo.
Vivimos en
sociedad y es bueno sentirse miembro de una comunidad, pero siempre
desde el respeto a la diversidad, sabiendo que todos somos únicos y
especiales, con dones únicos y especiales, para, entre todos, hacer
un mundo único y especial. Quitémonos todas las máscaras que nos
obligan a ponernos los que pretenden manejarnos, y salgamos a la
calle con la cara limpia y orgullosos de ser lo que somos, seres
libres y dignos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario