domingo, 14 de mayo de 2017

Ego vs. Espíritu

Creo que la dicotomía se explica sola si partimos de la base de que bueno/malo, amor/odio, Ego/Espíritu son la misma cosa pero con distinta vibración. Sin embargo, profundicemos un poco más.
El Mago de Oz, película

El ego es una parte imprescindible de nuestra identidad en este plano material en el que ahora mismo existimos, porque aquí somos tanto materia como espíritu y tenemos que desarrollar nuestra vida espiritual en y a través de la materia.

Nuestra tarea fundamental es mantener la armonía y el equilibrio entre las dos partes que nos conforman: materia y espíritu. El problema comienza cuando una de las dos partes toma el mando: si tenemos un exceso de espiritualidad sin querer dar su espacio a la materia, empezamos a vivir “en las nubes”, no tenemos los pies en el suelo y nuestra vida deja de ser real, vivimos alelados, absolutamente fuera de este mundo, pero sin dejar de ser seres materiales. Eso no es bueno ni para nosotros ni para la sociedad, porque de esa manera no avanzamos ni hacemos avanzar a nadie.

El Avaro de Molière, RTVE
Si por el contrario, el mando lo toma nuestra parte material, el resultado no es mejor. Nuestra vida se transforma en un simple intento de supervivencia, porque los miedos y las carencias se apoderan de nosotros. Comenzamos a actuar de forma egoísta, lo único que nos importa es poder llenar nuestras carencias y para conseguirlo nos da igual pasar por encima de lo que sea necesario, cosificamos todo y a todos para así poderlos usar y tirar cuando ya no nos sirvan, esta forma de actuar se define con la famosa frase: “el fin justifica los medios”. Aquí podemos decir que nuestro ego es infértil, es negativo, es retrógrado, es nuestro enemigo.

Sin embargo, cuando logramos la armonía entre la vida espiritual y la vida material, cuando logramos que el espíritu se manifieste a través de la materia, es cuando nuestro ego es nuestro más fiel compañero de vida, es un ego fertilizado por el Espíritu que da frutos y que es el medio por el cual hacemos realidad el Plan de Dios para la Humanidad: traer el Cielo a la Tierra.


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