Cuento
tradicional. Anthony de Mello.
El
comandante en jefe de las fuerzas de ocupación le dijo al alcalde de
la aldea:
“Tenemos
la absoluta seguridad de que ocultáis a un traidor e la aldea. De
modo que, si no nos lo entregáis, vamos a haceros la vida imposible,
a ti y a toda tu gente, por todos los medios a nuestro alcance”.
L iluminada, siglo XII |
La aldea
ocultaba a un hombre que parecía ser bueno e inocente y a quien
todos querían. Pero ¿qué podía hacer el alcalde?, ahora se veía
amenazado el bienestar de toda la aldea. Días enteros de discusiones
en el Consejo de la aldea no llevaron a ninguna solución. De modo
que, en última instancia, el alcalde planteó el asunto al cura del
pueblo. El cura y el alcalde se pasaron toda la noche buscando en las
Escrituras y, al fin, apareció la solución. Había un texto en las
Escrituras que decía: “Es mejor que muera uno solo por el pueblo y
no que perezca toda la nación”.
De modo
que el alcalde decidió entregar al inocente a las fuerzas de
ocupación, si bien antes le pidió que le perdonara. El hombre le
dijo que no había nada que perdonar, que él no deseaba poner a la
aldea en peligro.
Fue
cruelmente torturado hasta el punto de que sus gritos pudieron ser
oídos por todos los habitantes de la aldea. Por fin fue ejecutado.
Veinte
años después pasó un profeta por la aldea, fue directamente al
alcalde y le dijo: “¿Qué hiciste? Aquel hombre estaba destinado
por Dios a ser el salvador de este país. Y tú le entregaste para
ser torturado y muerto”.
“¿Y
qué podía hacer yo?”, contestó el alcalde. “El cura y yo
estuvimos mirando las Escrituras y actuamos en consecuencia”.
“Ése
fue vuestro error”, dijo el profeta. “Mirasteis las Escrituras,
pero deberíais haber mirado sus ojos”.
¡Cuántas
veces nos quedamos en la letra y nos olvidamos del espíritu! El que
tenga oídos para oír, que oiga. Sin comentarios.
Ah! El canto del pájaro de Anthony de Mello. Que buenas enseñanzas nos deja. Me encanta!
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