viernes, 26 de mayo de 2017

Una prisión sin barrotes

La libertad nunca es dada voluntariamente por el opresor; debe ser demandada por el oprimido” Martin Luther King

Pero, ¿qué es la libertad?:

  1. Facultad o derecho de las personas para elegir de manera responsable su propia forma de actuar dentro de una sociedad.
  2. Estado o condición de la persona que es libre, que no está en la cárcel ni sometida a la voluntad de otro, ni está constreñida por una obligación, deber, disciplina, etc.

Creo que son bastante correctas ambas definiciones, aunque el problema radica en que para que una persona pueda ejercer su libertad ha de estar facultada para ello. Es decir, tenemos tantos condicionamientos, externos e internos, en la vida que es difícil elegir de una manera responsable y libre.

Soy libre cuando soy responsable, soy responsable cuando tomo conciencia, tomo conciencia cuando me reconozco y me acepto en toda mi integridad (con mi luz y mi sombra). Por lo tanto, SOLO cuando reconozco mis dones y capacidades como únicas y especiales dentro de la Unidad y me acepto a mí mismo a la vez que acepto a los demás como lo que somos, seres únicos y especiales, es cuando soy libre y puedo ejercer mi libertad.

Ahora bien, no es tan fácil ser responsable, tomar conciencia, reconocernos y aceptarnos, porque vivimos en la dualidad y eso nos hace tener una imagen un tanto distorsionada de nosotros mismos y de la realidad que nos circunda. Estamos prisioneros de nuestros miedos y nuestras carencias. Las carencias no son más que pura y dura supervivencia, porque al estar separados de la Fuente y de nuestro Ser verdadero no confiamos en el proceso de la vida, no tenemos Fe, que es la certeza interna, no podemos conectarnos con nuestra sabiduría interna que, en definitiva, es la que nos tiene que guiar para transitar nuestro camino en la vida. Todo eso nos lleva a tener miedo porque no sabemos “si
Hermano sol, hermana luna. Franco Zeffirelli
mañana tendremos para comer, si tendremos un techo donde cobijarnos, si estaremos enfermos, si...” y ¿cómo lo solucionamos? Cerrando nuestro corazón y dejando campar a sus anchas al Ego retrógrado que se instala en la lógica aplastante, en la avaricia, en el egoísmo (“mi tesoro”) y poco a poco nos va esclavizando, nos va sometiendo y nos encierra en una prisión sin barrotes, pero de la que es tremendamente complicado salir porque no somos conscientes de que estamos apresados en ella.


En esa situación jamás podremos ejercer nuestra libertad ni ser libres. Hay que tener el valor suficiente para enfrentarnos a nosotros mismos, asumir nuestra sombra, nuestros errores, porque de ellos aprendemos para poder evolucionar y perfeccionarnos. Cuando Yo me Reconozco, cuando Yo me Acepto es cuando Yo estoy en Armonía y soy Libre. Ahí sí puedo responsabilizarme y tomar mis propias decisiones desde y para la Libertad.

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