Nuestro miedo más
profundo no es no ser capaces.
Nuestro miedo más
profundo es que somos enormemente poderosos.
Es nuestra luz, no
nuestra oscuridad lo que más nos asusta.
Nos preguntamos, ¿quién
soy yo para ser brillante, atractivo, talentoso, fabuloso?
De hecho, ¿qué NO
eres para no serlo? Eres un niño de Dios.
El disminuirse no le
sirve al mundo.
No hay nada de
sabiduría en encogerse para que otros no se sientan inseguros cerca
de uno.
Estamos predestinados a
brillar, como los niños lo hacen.
Nacimos para manifestar
la gloria de Dios que está dentro de nosotros.
No está sólo en
algunos de nosotros, está en cada uno.
Y cuando dejamos que
nuestra luz brille, inconscientemente permitimos que otros hagan lo
mismo.
Al liberarnos de
nuestros propios miedos, nuestra presencia automáticamente libera a
otros.
Marianne
Williamson.
Sí, ante
retos nuevos nos encogemos, nos da miedo enfrentarnos a ellos. Eso es
consecuencia del ego, de nuestra soberbia. Soberbia contra Dios,
nuestro Creador, nuestro Padre, porque no queremos reconocer los
dones que nos ha dado, preferimos mostrar la versión que nosotros
nos hemos fabricado de nosotros mismos, más pequeña, pusilánime y
oscura.
En el fondo
pensamos que nuestra versión es mucho mejor que la que Él ha
diseñado para nosotros, eso es una muestra de Soberbia.
Pero nuestra
verdadera naturaleza es de Luz, de Amor y de Libertad. Hemos de tener
la valentía de manifestar el mejor concepto de nosotros mismos, que
es el que Dios ha ideado y nuestra Alma ha asumido. No podemos, ni
debemos, aspirar a menos que el mayor potencial que somos capaces de
albergar, que es Todo, porque Dios está en nosotros y somos parte de
Él.
Seamos faros
en la oscuridad que a veces nos circunda, así enseñaremos a otros a
brillar y entre todos conseguiremos vencer el miedo y la sombra para
crear un nuevo y acogedor mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario