jueves, 20 de abril de 2017

¿Dónde está Dios?

Como maestra de reiki he investigado sobre temas de salud y de enfermedad, o más concretamente sobre el equilibrio y desequilibrio que en ocasiones tenemos las personas. He leído infinidad de artículos, libros sobre el asunto y hace poco llegó a mis manos un trabajo sobre el sistema inmunitario y sobre el funcionamiento del cuerpo ante la enfermedad, que me resultó muy interesante.
Células NK

Las células del sistema inmunitario son los leucocitos, que se encargan de defender al cuerpo frente a agentes patógenos, virus, bacterias y células cancerosas. Dentro de los leucocitos hay distintas clases de células. Están, por ejemplo, los linfocitos B que construyen anticuerpos que se adhieren a un determinado antígeno y lo señalan para que después vengan las células NK y lo destruyan. Las células NK (Natural Killer o células asesinas) tienen la función de destruir las células infectadas o células que puedan ser cancerígenas. Las NK destruyen las células que previamente han sido marcadas por los linfocitos B, y también destruyen células tumorales o infectadas por virus programando su suicidio (apoptosis). Las células asesinas pueden diferenciar las células “malas” de las normales. El problema viene cuando por diversas causas nuestro sistema inmunitario no está funcionando bien (hay desequilibrio), entonces viene la enfermedad y necesitamos tratamientos médicos.

Mientras leía todo esto me iba dando cuenta de que el cuerpo (humano o animal) es una máquina perfecta. Qué perfección existe en la naturaleza, en la vida. Todo está en perfecto equilibrio (bueno hasta que llega el ser humano y lo desequilibra), todo responde a un orden, a unas leyes,... a una Inteligencia Superior sin la menor duda.

Ahí está Dios, en todo lo que tus ojos pueden ver, en todo lo que tus oídos pueden oír, en todo lo que tu cuerpo puede sentir. Me resulta imposible mirar el mundo y no ver a Dios, no reconocerle en cada ser que habita esta tierra, en cada árbol, en cada flor, en cada arroyo, en cada sabor, en cada olor, en cada mirada, en cada sonrisa y, también, en cada lágrima. En todo, porque todo emana armonía y equilibrio. Dios está en todo y todo es Dios.

Y, por supuesto, Dios está en nosotros, en nuestro corazón. Estamos aquí para autorreconocernos a través de la materia como lo que somos, Sus Hijos. Venimos a esta Tierra para tomar conciencia de nuestra verdadera naturaleza y para aprender, porque el mundo de la materia es nuestra escuela.

El Creador está presente en su Creación y la Creación es parte de su Creador.

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