Siempre nos
han dicho que el infierno era un lugar de castigo donde van las almas
de los “malos” para expiar sus culpas. Pero no, realmente el
infierno nos lo creamos nosotros solitos en nuestra vida cotidiana
con nuestras decisiones.
![]() |
Botticelli, Inferno - Divina Comedia, Dante. |
A lo largo
de nuestra existencia tenemos experiencias que vivir, unas positivas
y otras negativas. De las positivas no tenemos ninguna duda de quien
es el responsable, nosotros; en cambio, las negativas siempre se las
achacamos a otro: a mi padre, a mi madre, a un amigo, a un enemigo,
al azar, al maligno o a Dios, pero en ningún caso a nosotros mismos.
Y, por supuesto, no sacamos ninguna enseñanza de esas experiencias.
Las buenas o positivas nos sirven para agrandar más nuestro ego
regocijándonos en lo maravillosos que somos y las malas o negativas,
para sentirnos víctimas de no se sabe muy bien quien. Ahí es donde
comienza nuestro verdadero y particular infierno.
![]() |
Gustav Doré - Dante y Beatrice, Divina Comedia. |
Si ante una
enfermedad, un problema económico grave, o cualquier hecho negativo
que nos suceda, nos hacemos las preguntas correctas (¿Para qué?
¿Qué tengo que aprender de todo esto? ¿Qué he sembrado en el
pasado para recoger esta cosecha?) y, sobre todo, nos damos las
respuestas verdaderas aunque nos duela, es cuando empezamos a tomar
conciencia, a tomar las riendas de nuestra vida, porque dejaremos de
ser las víctimas de un destino inexorable, para comenzar a ser
responsables y dueños de ese destino que sólo nosotros debemos
escribir.
A partir de
ese momento, ese infierno que se abría ante nuestros ojos se
convierte en una bendición (bendición significa, según la Cábala,
un flujo continuo de la Luz del Creador hacia nosotros); sí, porque
entendemos que esa negatividad que está ahora a nuestro alrededor en
realidad es la escuela que nos va a enseñar todo lo que necesitamos
saber para transformarnos, para subir nuestro nivel de conciencia y
para mostrar la mejor versión de nosotros mismos en esta vida.
Lo
importante no es lo que nos pase, sino cómo vivimos eso que nos
pasa. La Luz siempre está ahí, sólo tenemos que abrir la puerta
cuando llame y dejarla pasar.